LEER REVISTA
DIGITAL

Salvando vidas: fundamento

Toda actividad humana está llena de riesgos, es algo que no podemos evitar. Podremos reducirlos, tratarlos, transferirlos, tolerarlos, pero jamás eliminarlos.

Desde que nacemos estamos expuestos a amenazas que atentan contra nuestra vida: la primera respiración, el primer alimento, la exposición a agentes patógenos en un bebé que aún está en proceso de desarrollar su sistema inmunológico, hasta la llamada “muerte en la cuna”. En esta época dependemos por completo de nuestros padres. Somos incapaces de valernos por nosotros mismos y menos aún de tomar decisiones. Y esta fase de la vida se repite durante los últimos años de nuestra existencia, cuando retornamos a ese estado de dependencia, y se multiplican las circunstancias que nos ponen en peligro.

 

CREAR CONCIENCIA DE TODO LO QUE SUCEDE ALREDEDOR NUESTRO

Al crecer, aunque hayamos madurado y seamos más cautelosos, seguimos estando expuestos.

Pero esta realidad no es motivo para vivir preocupados o en pánico, simplemente es crear conciencia de todo lo que sucede alrededor nuestro y realizar nuestros actos cotidianos de manera segura.

Desde tiempos lejanos, la humanidad ha hecho buen uso de su instinto de supervivencia, pero hoy no es suficiente. Es necesario incorporar en nuestra dinámica una serie de medidas para mitigar los riesgos, lograr una mejor calidad de vida y alentar su preservación.

¿Cuáles son los eventos que más nos preocupan? ¿A qué le tenemos más miedo? ¿En qué pensamos cuando escuchamos la fecha “19 de septiembre”? ¡Exacto! Entre nuestros mayores temores se cuentan los sismos, y cada año volvemos a recordar las consecuencias de éstos, la cantidad de víctimas y lo vulnerables que somos ante estas manifestaciones de la naturaleza.

Sin embargo, hay eventos todavía más catastróficos que suceden cotidianamente y de cuyas consecuencias tal vez no hayamos hecho conciencia. Me refiero a los incendios que tienen lugar en hogares, centros de trabajo, industria y prácticamente en cualquier inmueble.

Los efectos del fuego son terribles, más allá de las muertes por intoxicación, por aplastamiento o por quemaduras, queda la huella en los rostros de los supervivientes, quienes deberán vivir con ello, y superar sus secuelas físicas y psicológicas.

 

HABLAREMOS DE CÓMO CUIDARNOS EN CASA Y EN EL TRABAJO

De este tema, y de cómo cuidarnos en casa y en el trabajo ante los riesgos con los que convivimos, hablaremos próximamente.

Bástenos saber que siguiendo recomendaciones muy sencillas estaremos mejor protegidos, haremos mayor conciencia y estaremos encaminándonos a una cultura de la seguridad que podemos incorporar a nuestro quehacer cotidiano.

 

Ing. Salvador M. Gómez 

Profesional de la seguridad, consultor, administrador de proyectos, comercializador, ingeniero civil y apasionado gremialista

In | @salvadorgomez.martinez

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *