Después de ser parte de la batalla y vivir el constante peligro que acecha en zonas de conflicto, emerge el testimonio de Salomón Wosk, un joven soldado del ejército de Israel. Su relato arroja luz sobre los desafíos, sacrificios y la implacable determinación que caracteriza la experiencia militar en un escenario como Gaza. A través de sus palabras, nos adentramos en un mundo donde el miedo se enfrenta con valor, donde la vida se sostiene entre la incertidumbre y la convicción de proteger a su pueblo. Este relato nos invita a reflexionar sobre el costo humano de la guerra y la resiliencia que emana de aquellos que luchan por la supervivencia y la paz.
Soy Salomón Wosk, tengo 23 años y soy sargento del ejército israelí. Estuve en la unidad de paracaidistas tzanhanim boinas rojas 202. Estuve en Gaza y fui partícipe en el 7 de octubre (día en que el grupo terrorista Hamas atacó a Israel) Pero hoy no vengo a hablarles de ese día sino de cómo entramos ese día a la guerra y la mentalidad que nosotros tomamos antes y al entrar a Gaza.
Para empezar, quiero decirles que el único momento que tuvimos miedo ese 7 de octubre, fue cuando vimos a nuestros hermanos, hijos y demás familiares muertos, destruidos. Ver así a hermanos, niños, mujeres y hombres, y entender lo que hicieron los terroristas fue cuando nos dimos cuenta que teníamos que tomar una mentalidad más violenta que ellos.
Sabíamos que teníamos que tener una mentalidad de defensa y que nosotros no íbamos a perder esa guerra, nos mentalizamos en destruirlos y ganar para defender al pueblo de Israel y a nuestros hermanos.
Mi objetivo es meterles una piedra y que entiendan que para Israel la guerra sigue, pues nuestros hermanos y amigos siguen muriendo.
Como dije anteriormente, con esa mentalidad entramos sin miedo alguno, únicamente viendo hacia adelante. Fuimos los primeros en entrar a Gaza. Nuestra unidad fue la primera en llegar, fuimos la punta de lanza y les comento que ningún israelí había entrado allí.
Nuestro escuadrón entró y yo era el segundo de a bordo, como sargento tenía la responsabilidad del grupo, y con esa mentalidad comencé a prepararme para el horror que vi y a procesar las imágenes que comenzamos a ver, y cómo mi crianza, valores y diálogo interno me llevó a procesar todo esto… Y cómo dije: proteger a todas las cabezas y soldados a mi cargo, ya que, aunque no lo crean, yo entré al ejército de 20 años, contra la mayoría, que entra de 17 o 18.
Me toman como hermano mayor y además de mantenerme sano, tengo la responsabilidad de no solo mantenerlos vivos, sino cuerdos y enfocados a todos los soldados a mi cargo.
Es muy fácil perderse cuando estás en contacto con la muerte; requiere de la mayor preparación, enfoque y valores.
En este sentido, cada misión además es cuestión de suerte. Yo se los decía a los demás, y también les decía que la suerte se acaba… Cuando recibes una bala en la mochila o al lado de la cara, te das cuenta de esto, ya que además son situaciones constantes. Estamos hablando de que los terroristas tienen armas profesionales y RPGs, y disparaban a 20 metros de distancia.
Las balas llegaban por todos lados, arriba o abajo, o de los edificios, y por esto nunca tuvimos miedo, no era posible tenerlo, aunque nos tocó ver morir a algunos amigos. Sabíamos qué podía pasar, pero hoy veo como un privilegio haber combatido al lado de héroes que ya murieron. Yo solo soy un protagonista de la guerra que no iniciamos, que no pedimos. Hoy hay muchos héroes que ya no están.
Había que proteger a Israel, yo estuve 60 días dentro de Gaza, en 60 días no me bañé, no me cambié de ropa y no tuve un segundo libre, hasta que murió alguien de hongos (por falta de higiene), el ejército reaccionó.
El país no estaba listo para una guerra así, fue muy repentino. Nos metieron de repente, después del injustificado ataque (de los terroristas)
El ejército tardó en entender las condiciones del terreno desconocido, así que al entrar a Gaza entras a un lugar tétrico, lleno de túneles, y así fue la primera misión. Y así, de repente, yendo a los túneles veo a mis amigos volar y me doy cuenta que esto es de verdad y que una acción mala de mi parte puede ocasionar un desastre. Allí empieza la guerra, no pude estar en shock.
Si no cumplo, alguien se muere. Te das cuenta que los buenos también se mueren y ver a un ser humano muerto por un “animal” que tiene como misión matar por matar. Es una historia violenta y es el infierno. Esto es la guerra.
Pero Israel es fuerte, con jóvenes muy fuertes dispuestos a todo por proteger, y con valores únicos de protección aun ante condiciones inimaginables.
Les cuento que las bombas hacen que todo retiemble y pueden romper huesos. Así se vive la guerra, hay mucho estrés. Vi cómo se llevaron a un amigo, un hermano, un hijo, y tuve que ver por él.
Eso es lo que les puedo decir acerca de la guerra.