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LA POBREZA SE ELIGE. ¿FALSO O VERDADERO?

Cuando vivía en Veracruz, la ciudad más grande del estado, fui a comprar flores a un mercado, en donde se me acercó Doña Luisa, una señora de 61 años que vendía bolsitas de especias, a tan solo 10 pesos, muy mortificada me dijo: “no he vendido una sola, no junto ni para mi camión de regreso y hace mucho calor”; ese día estábamos a más de 35 grados y ella no tenía ni para tomar agua. La acompañaba, Juanito, su nieto de apenas 8 años quien vivía con ella, ya que su mamá se había ido al otro lado a buscar suerte, pero desde hace 3 meses no tenían noticias, de hecho, ni siquiera sabían si estaba con vida. Y fue cuando me cayó el 20, ¿de qué forma podría Doña Luisa dejar de ser pobre si vende en la calle, nadie le compra, se tiene que hacer cargo de su nieto y además vive con la zozobra de no saber nada de su hija? Peor aún es que, Juanito tuvo que dejar de estudiar porque no había para mochila, zapatos o la cuota que cobran las escuelas públicas.

Y aquí es donde todos deberíamos de cuestionarnos, ya que seguramente han escuchado esta afirmación: “en México es pobre el que quiere, porque trabajo hay”. De entrada, analicemos los números, en México hay 46.8 millones de pobres, por lo que pensar que tal cantidad han elegido vivir así, porque simplemente no quieren trabajar, es una opinión que no toma en cuenta la realidad que se vive.

La pobreza tiene causas que son multifactoriales, es decir, tenemos que ver de qué forma viven, si tienen piso firme, techo seguro, luz, agua potable, gas, enseres domésticos, cuántas personas viven en un cuarto (hacinamiento), si hay una escuela cerca, una clínica de salud, si cuentan con seguridad social, seguridad en las calles (delincuencia organizada), etc… es decir, estos factores determinan, de una u otra forma, que desgraciadamente la pobreza se herede e inclusive, de que aun cuando el salario mínimo se ha incrementado y el empleo también, cierto es que contar con un aumento del ingreso no es la clave para que una familia deje de ser pobre.

Estoy convencida de que el sector empresarial realiza una gran labor al crear empleos, pero más allá de ver números, tenemos que empezar a involucrarnos en las historias, para hacer la diferencia, con el fin de que se logre vencer ese círculo vicioso que se auto alimenta y que resulta en la pobreza mexicana.

Cuando veo a la gente esquivando motos y coches entre los carriles, cargando una cubeta que pesa horrores, a la intemperie, esperando vender lo más que puedan para poder regresar al siguiente día y hacer lo mismo; cuando veo a miles de personas que en sus puestos callejeros trabajan más de 16 horas diarias y apenas les alcanza para lo básico, me queda claro que no es cuestión de no querer trabajar, porque la verdad es que el mexicano se fleta todos los días; es más bien entender que quienes no estamos en ese sector de la población, podemos hacer mucho más que pensar que la pobreza se elige, porque todas y todos tenemos en nuestras manos cambiar esa realidad.

Por cierto, Juanito ya salió de la preparatoria y quiere estudiar derecho, su mamá regresó sana y salva de EEUU y Doña Luisa ya recibe una pensión que le permite vivir de mejor forma. Las realidades se pueden cambiar, ¿qué estamos haciendo para ello?

 

Josefina Murrieta Ayala

MBA en Economía y Negocios, Negociadora (IPADE), Estratega y consultora.

Articulista.

Ig: jose_murrieta

WhatsApp: 22 8192 4000

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