En 2014, Klaus Shwab pronosticaba: “Estamos al borde de una revolución tecnológica que modificará la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. En una escala de alcance y complejidad la transformación será diferente a cualquier cosa que el género humano haya experimentado antes”.
Estas últimas palabras, pareciera que se hubieran referido a la pandemia del COVID, pero en realidad hablaba de la Cuarta Revolución Industrial que es el resultado del surgimiento de las fábricas inteligentes y la gestión online de la producción; revolución que, según el Fondo Monetario Internacional (FMI) se desarrolla desde 2016. Así que, desde la máquina de vapor, hasta este nuevo orden mundial, hemos aprendido que la industria es la fuerza que mueve a un mundo que poco sabía de “cisnes negros”; y que definitivamente, no estaba preparado para lo peor.
Y es que antes del COVID-19, era impensable, para casi todos los sectores de la industria, suspender sus líneas de producción, ventas o compras, resultando en un trastocamiento de la cadena de suministro de sectores, tan importantes para nuestro país, como es el automotriz o la misma industria petrolera o energética.
Estamos ante un momento de la historia que nos deben permitir replantearnos las perspectivas, los retos y las oportunidades, que este nuevo orden nos está ofreciendo, porque una cosa es clara, todo puede suceder y cambiar, la pregunta es: ¿estamos tomando decisiones que vislumbren un futuro medido en siglos o en décadas? Dudo que, en 1769, se hayan hecho estas preguntas, y en nombre del desarrollo que ha demandado una población en un crecimiento exponencial, se han tomado decisiones que han comprometido el desarrollo sustentable y a la propia humanidad.
En esta nueva revolución, se habla de Big Data, impresión en 3D y 4D, el internet de las cosas, cobots e inteligencia artificial, como si todo lo demás lo tuviéramos arreglado, o dado por hecho; pero la realidad es que, la disrupción en los patrones de consumo y las preferencias de los consumidores, así como el incremento en el uso de la tecnología, además de la caída en la inversión productiva privada y pública, están realmente marcando las tendencias del mercado en todo tipo de industria.
En este sentido, la pandemia, y sus efectos en la economía en nuestro país, como el decrecimiento del PIB, la inflación cerca de estar en dos dígitos, los precios de los insumos como el aluminio que ha llegado a su máximo nivel en la última década.
La falta de mano de obra experimentada, pero a su vez, el desempleo exacerbado por las incorporaciones de nuevas tecnologías en los procesos, sumándole factores como el retorno de las ciudades al campo por incremento del teletrabajo y retos en las ciudades por infraestructura, contaminación y caída de la inversión pública, obligan a quienes generan la visión, misión, modelo de negocio y tipos de desarrollo a tomar decisiones de fondo que permitan asegurar que la industria en su concepto más amplio, sea el corazón de los países; un corazón sano y fuerte que resista escenarios adversos que garantice un motor que aliciente la permanencia de los seres humanos en este mundo, a través de la preservación de los recursos naturales.
En los últimos dos años, logramos entender que la toma de decisiones de alta dirección puede ser tan dolorosa, como que solo el 44% de las marcas disminuyó su presupuesto de marketing, pero la industria automotriz eligió despedir a casi 25 mil empleados en el mes de abril del 2020.
O bien, datos tan antagónicos en una sola industria como en la del entretenimiento y medios, en donde el sector del cine tuvo el mayor impacto en 2020, con un retroceso de -80.21%, pero los sectores que destacaron durante 2020 fueron los que tienen una mayor digitalización, es decir, el video over-the-top (24.23%), la publicidad en Internet (8.61%), y los videojuegos y e-sports (4.27%).
Sin duda, como alto directivo de cualquier industria en México, usted amable lector, debe tener las mismas prioridades, como lo dice Deloitte: los clientes, las finanzas, las operaciones disruptivas y asertivas, la retención y captación de talento; así como el equilibrio entre el trabajo remoto y el presencial; tristemente no vemos un enfoque de lo importante, como lo son los recursos naturales o medidas ambientales; por lo que ante este nuevo orden mundial, que no solo arroja el mundo pandémico, sino también las medidas que ha propiciado la Guerra entre Ucrania y Rusia, se debe considerar una nueva perspectiva en las decisiones de alto nivel, que nos involucre como consumidores, en una dinámica que nos permita ganar como sociedad, economía y humanidad.
Así que, en este espacio que me han ofrecido como articulista, el cual agradezco con humildad, mi intención es el de concientizarnos, generando herramientas e información, ante lo que hemos aprendido y desaprendido como consumidores y generadores de patrones de comportamiento como sociedad, pero sobre todo, que usted como tomador de decisiones, se enfoque en llevar de la mano al sector secundario de forma responsable, sustentable y con el ser humano como eje central de esta nueva forma de mover la economía mundial. ¡Es el momento de hacerlo!
Josefina Murrieta
Consultora estratégica y columnista, gracias a su trayectoria de más de 17 años en la administración pública en sus tres niveles, debido a que ha fungido en cargos de planificación, finanzas, puestos gerenciales y de desarrollo económico.
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