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Delia González

“Para mí es un placer apoyar y ayudar a quien lo necesita. Es una prioridad”

Fotografías: César Ibarra

 

Heredera de la tradición joyera de su madre, el arte corre por las venas de Delia González. Originaria de Taxco, Guerrero, se convirtió en una destacada creadora de joyas de plata. Sus piezas son altamente valoradas y se han subastado para ayudar en causas sociales. Trabajadora y alegre, pertenece a la comunidad LGBTTTIQ+, a la cual apoya para darle visibilidad y dignidad.

Delia, cuéntanos de tus orígenes, de tu infancia en Taxco, Guerrero…

Nací en la Ciudad de México, pero mi infancia fue en Taxco, mi familia es de allá. Soy resultado de una pasión. Mi mamá conoció a mi papá un día y dijo: “Voy a tener un hijo de este hombre”. Se dieron unos besos, y nací yo. Mi papá era casado. Después mi mamá se casó con otro señor, y él me puso su apellido. Crecí en una ciudad llena de riqueza, pero también dramática, por el tipo de arte que hay allá. Mi mamá tenía una joyería en el centro, donde en la Semana Santa ves cosas tremendas, gente marcha mientras va pegándose, arrastrando cadenas. Eso me hizo sensible, temerosa. Aunque también tuve una infancia feliz.

“Creía que si conseguía una posición económica sólida, los demás iban a respetarme, y me puse a trabajar como loca.”
¿Recuerdas algo que te haya enseñado un familiar sobre joyería?

Mi mamá diseñaba con oro. Tenía cajones llenos de piedras semipreciosas, y yo jugaba con amatistas, granates, topacios… soñaba con hacer anillos. Mi madre fue determinante en mi vida.

Por otro lado, tienes hijos. Cuéntanos de ellos…

Sí, tengo tres hijos y cuatro nietos. El mayor se llama Salomón Majul. Su papá es de ascendencia libanesa; él ha sido presidente municipal y diputado federal. Mi hija, Zaira, es directora de finanzas en talleres de los Ballesteros. También diseña joyería, es empresaria y tiene una marca de cremas. Mi hijo Jalil, el “pequeño” de la familia, de 36 años, tiene un hotelito en Taxco. Estudió cine, hace cortometrajes y pinta. Tengo cuatro nietos, que adoro: dos niños y dos niñas. El más pequeño tiene ocho meses y me trae loquita.

Sabemos que pasaste por un divorcio. ¿Cómo fue este periodo en tu vida y qué papel desempeñó en tu decisión de convertirte en diseñadora de joyería?

Fue un divorcio terrible, una época oscura, difícil. Yo pedí el divorcio a mi exmarido, y me dijo una frase muy chistosa: “Estás loca, ¿cómo quieres divorciarte de un hombre joven, guapo y millonario?”. Y me demandó por “loca”. Fue un periodo oscuro, porque soy la primera divorciada de la familia, la primera mujer que asume su preferencia sexual, la homosexual; ni mi mamá me hablaba.

¿Cómo encontraste la motivación para ser una mujer exitosa?

Yo creía que si conseguía una posición económica sólida, los demás me respetarían, y me puse a trabajar como loca. Para mí era importantísimo que mis hijos no me vieran chiquita.

Luego empezaste a construir tu marca de joyería, ¿cómo lograste destacar?

Me tocó una época buenísima, el mercado internacional requería nuestro producto. Muchas tiendas extranjeras, como Macy’s, venían y nos pedían joyería. Hubo una bonanza en Taxco. Después vinieron las ferias internacionales y nacionales, y yo vine a vivir a la Ciudad de México. Todo ha ido cambiando, el mercado cambia. Vender plata era lo máximo, pero yo empecé a vender latón en promocionales, y me sentía mal por eso. Pero después me di cuenta de que para sobrevivir tienes que ser flexible.

 

LO QUE MÁS ME HACE FELIZ ES HABER TRABAJADO PARA GUCCI

Estudiaste en Milán y Londres…

Cuando estuve en las empresas Altex recibí una invitación para diseñadores de joyería a ir a Milán a tomar clases. Después pagué otro curso en Londres, en la escuela Saint Martins, la más prestigiada de joyería a escala mundial.

Has logrado alianzas con marcas de renombre…

Así es, y lo que más me hace feliz es haber trabajado para Gucci, les hice una colección. En este largo camino empresarial he trabajado con Gap y Banana Republic; también con las tiendas Macy’s. Eran pedidos muy grandes, y yo siempre fui muy cumplida.

“Dondequiera que voy digo que soy de la comunidad LGBT+, porque quiero que se normalice.”
Pero también estás comprometida con causas sociales y humanitarias…

Para mí es un placer ayudar. Es una prioridad. Muchas veces he donado mi trabajo para ayudar a quien lo necesite. Yo veo a mis amigos que toman champagne en eventos lujosos y con sus dientes blanquísimos, pero la vida no es así; también hay pobreza, enfermedad, tristeza, dolor, carencias, y si podemos ayudar, me encanta hacerlo.

También visibilizar las enfermedades y los derechos de la comunidad LGBTTTIQ+…

Para apoyar en el tratamiento de enfermedades y a las infancias siempre dono mi trabajo, sobre todo en las subastas. Y con respecto a la visibilidad de la comunidad, creo que las personas que pertenecemos a ella ahora tenemos más dignidad. Este gobierno nos ha respetado más que cualquier otro. Tengo amigos de la comunidad en puestos políticos importantes. Eso antes no se habría dado.

 

FUI TERRIBLEMENTE DISCRIMINADA EN MI PUEBLO

¿Has sido discriminada?

Si, terriblemente, en mi pueblo, por haber sido una mujer casada con un hombre poderoso. Fui lastimada. La gente te destroza. Aquí en la CDMX también pasó en un grupo de moda. Pero a dondequiera que voy, digo que soy de la comunidad, porque quiero que se normalice, que se sepa. Yo puedo ser una mujer casada, educada, monógama, pero me gusta la libertad de la gente, que se muestra. Deseo visibilizar que en la comunidad somos gente honesta. Quiero hacer más arte, piezas únicas. Ahorita vendo en la galería de Óscar Román; en el JW Marriott vendo joyería y voy a abrir otro punto de venta en el St. Regis.

¿Algo más que quieras compartir?

Quien quiera hacer algo, no desista. Siempre enfocado. Para encontrar el equilibrio tienes que amarte y rodearte de personas sanas. Mi esposa Hilda es parte importantísima en mi vida. Ahora me siento sana, tengo una pareja exitosa, educada, que me respeta. Es lo que debemos lograr.

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