El 2025 se presenta como un año crucial para México, lleno de desafíos y posibilidades que marcarán su futuro económico y social. Tras un 2024 protagonizado por elecciones clave en países como Estados Unidos, Rusia y México, el panorama internacional exige una reflexión objetiva y estratégica para enfrentar los cambios y consolidar nuestra posición global.
La reciente elección de Donald Trump como presidente de EE.UU. plantea retos significativos para la relación bilateral, dadas sus políticas proteccionistas y su discurso antiinmigrante. Es vital analizar nuestra posición con base en datos duros que reflejan los logros económicos de México.
Nuestro país se ha consolidado como el principal socio comercial de Estados Unidos, con un intercambio comercial superior a los 707 mil millones de dólares en 2024, superando a China y Canadá. Esta cifra demuestra la fortaleza de nuestra economía y la transformación estructural que hemos experimentado desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994.
México cuenta con una economía más sólida, con la inflación controlada y una fuerza laboral especializada. Según la OCDE, tenemos la tasa de desempleo más baja entre sus miembros, y el salario de los trabajadores mexicanos ha aumentado significativamente, duplicándose desde 2018. Permitiendo que más de 9 millones de personas salgan de la pobreza, representando un avance en la mejora de la calidad de vida de la población.
Aprovechar las ventajas estratégicas: mano de obra calificada, localización geográfica privilegiada y una infraestructura que se ha visto impulsada por proyectos como el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, permitirán que junto con la relocalización de empresas, se cuente con una oportunidad única para generar un “efecto cascada” que detenga los flujos migratorios y fomente el crecimiento económico en regiones históricamente rezagadas².
Las alianzas comerciales con EU y Canadá son esenciales para que Norteamérica se mantenga como uno de los motores económicos más importantes del mundo. La integración de nuestras cadenas de producción permitirá competir frente a economías asiáticas.
Nuestro país tiene la capacidad, los recursos y la voluntad de liderar proyectos estratégicos que no solo beneficien a nuestra economía, sino que también contribuyan al bienestar de su población. Unidos, como nación y como región, podemos convertir los retos en oportunidades y asegurar un futuro de prosperidad compartida.