La temporada de ventas de fin de año se ha consolidado como el barómetro de la digitalización en México. Los análisis de la industria confirman que las campañas de descuentos son ahora las más relevantes del calendario nacional, con un volumen de transacciones que registró un crecimiento interanual del 27%. El comercio electrónico está en auge, impulsado por un consumidor que ya es mayoritariamente digital, informado y con un gasto promedio por transacción de $131 USD.
Este auge es palpable: estudios indican que el 94% de los consumidores mexicanos planificaron compras durante estas fechas, con un gasto conjunto promedio de 7,818 pesos. La evidencia es clara: las búsquedas y las ventas en línea se disparan, con un notable aumento del 30% en las compras realizadas desde dispositivos móviles, señalando la madurez del acceso digital en el país.
La Fragilidad ante la Gran Demanda
Sin embargo, el crecimiento del tráfico expone las vulnerabilidades de la infraestructura. El Buen Fin de 2024, con ventas online que superaron los 789 mil millones de pesos, demostró que la inestabilidad de las plataformas, incluso por segundos, puede significar pérdidas millonarias en fechas pico.
Especialistas en infraestructura digital señalan que el monitoreo proactivo y la observabilidad son hoy herramientas indispensables para garantizar una experiencia sin fricciones, pues la tolerancia del consumidor a las fallas es nula. La clave, destacan, radica en anticiparse a los problemas antes de que el usuario los detecte, asegurando la continuidad operativa y la confianza.
A la par, el ecosistema logístico se ha visto obligado a una profunda articulación, desarrollando infraestructura especializada para manejar picos de actividad que, en algunos casos, han superado el 80% en el volumen de pedidos.
La Migración y el Fraude Transfronterizo
El mapa del consumo digital también se expande más allá de las fronteras. El análisis de tendencias muestra que los compradores mexicanos acuden cada vez más a plataformas internacionales en busca de mejores precios o inventarios más amplios. Este consumo transfronterizo, facilitado por servicios de logística y herramientas de conversión de divisas, consolida a las grandes tiendas de EE. UU. como destinos frecuentes para el comprador nacional.
No obstante, este dinamismo alimenta un fenómeno de seguridad preocupante: el “fraude amistoso”.
Según análisis basados en miles de millones de transacciones, este tipo de fraude —donde un cliente disputa ante su banco una compra legítima para obtener un reembolso— repuntará un 25% esta temporada. Este abuso en las devoluciones, que tiene un valor promedio de $291 USD por transacción fraudulenta (un aumento interanual del 21%), le costó al comercio global $103,000 millones de dólares en 2024.
Expertos en seguridad transaccional advierten que la facilidad del e-commerce, sumada a la viralización de “trucos” para obtener reembolsos en redes sociales, está normalizando prácticas indebidas que impactan directamente en la operación de las empresas. Para enfrentar esta sofisticación del abuso, las soluciones se centran en la inteligencia de pagos, que combina IA, perfiles de identidad digital e intercambio seguro de datos para generar evidencia sólida contra reclamos falsos. Este enfoque proactivo busca mantener una tasa de aprobación antifraude superior al promedio del mercado, que oscila en el 95%.
El panorama de cierre de 2025 dibuja un e-commerce más sofisticado y competitivo. Las empresas que busquen capitalizar esta ola digital deberán invertir de manera estratégica en tecnologías de anticipación y en blindar su infraestructura. En un entorno donde cada clic cuenta, la continuidad operativa, la seguridad transaccional y la experiencia del usuario son la divisa de la verdadera ventaja competitiva.
