LEER REVISTA
DIGITAL

DEL RIESGO A LA OPORTUNIDAD: CÓMO IMPULSAR EL CRECIMIENTO EN TIEMPOS DE CAMBIO

Vivimos en un entorno marcado por la volatilidad económica, la incertidumbre geopolítica, la presión inflacionaria, las fluctuaciones en las cadenas globales de suministro y la acelerada disrupción tecnológica. Las empresas de todos los tamaños enfrentan día con día el desafío de los retos que impone una economía cada vez más compleja y dinámica en donde las fórmulas de éxito del pasado son insuficientes. 

Hoy, más que nunca, la capacidad de adaptación se convierte en un activo estratégico que diferencia a las organizaciones resilientes de aquellas que quedan rezagadas. Es necesario replantear continuamente los modelos de negocio, fortalecer la capacidad de respuesta y diversificar las fuentes de valor sosteniendo una visión estratégica en el corto, el mediano y el largo plazo. Los modelos tradicionales de negocio, se caracterizan por estructuras rígidas, jerarquías verticales y procesos poco flexibles. Además, enfrentan limitaciones al momento de responder a cambios acelerados, reduce la posibilidad de anticipar disrupciones y reaccionar a adversidades. En un contexto en el que la rapidez de respuesta es un factor determinante de competitividad, la rigidez se convierte en desventaja. 

Un claro ejemplo fue la pandemia que enfrentamos por COVID-19. Más de 213 millones de empresas en todo el mundo se vieron afectadas por los cierres totales de operaciones y, de acuerdo con la CEPAL, cerca del 20% de las micro y pequeñas empresas ( MIPYMES) en América Latina no lograron sobrevivir a la crisis. Nos encontrábamos ante un escenario en el que la consigna era clara: renovar o morir. La única opción real para las organizaciones fue la reinvención.

Para permanecer en operación, las empresas modificaron y diversificaron sus canales de venta, aceleraron su transición digital y rediseñaron portafolios de productos y servicios. Aquellas que lograron reinventarse con rapidez, no solo sobrevivieron, sino que salieron fortalecidas.

En este sentido, la clave está en formar empresas que estén preparadas para enfrentar entornos macroeconómicos cambiantes. 

  1. Identificar de manera proactiva las vulnerabilidades internas antes que los factores externos: si no se atienden con anticipación, pueden comprometer seriamente la permanencia en el mercado. Corregir estas debilidades, nos permitirá estar mejor preparados para enfrentar escenarios inciertos con mayores probabilidades de éxito.
  2. Priorizar la cultura de flexibilidad organizacional: implementando estructuras más ágiles, fomentando la descentralización en la toma de decisiones y haciendo partícipes a todos los colaboradores de la empresa. 
  3. Promover la innovación y diversificación: no sólo mediante el desarrollo de nuevos productos y servicios, sino también explorando mercados alternos que amplíen las fuentes de ingresos y fortalezcan la competitividad a largo plazo. 
  4. Transformación digital: el uso de tecnologías avanzadas para captar y procesar datos en tiempo real permite identificar tendencias, optimizar operaciones y anticipar posibles fluctuaciones. 
  5. Gestión de riesgos y la resiliencia financiera: se consolidan como ejes críticos, a través de la planeación de escenarios, el fortalecimiento de la liquidez y el acceso a financiamiento diversificado. 
  6. Las alianzas estratégicas: entre grandes empresas, pymes, gobiernos, organizaciones internacionales y otros actores de la cadena de valor de cada sector,  generan sinergias que aceleran la innovación y amplían las oportunidades de crecimiento sostenible, dotando a las empresas de una base sólida para competir en entornos cada vez más exigentes.

 

Los cambios macroeconómicos son inevitables y continuarán marcando el rumbo de los mercados. Lo que distingue a las organizaciones resilientes, de aquellas que quedan rezagadas, es su capacidad de adaptación estratégica para transformar la volatilidad en ventaja competitiva.

Los líderes empresariales debemos asumir la responsabilidad de replantear modelos de negocio de manera proactiva y no reactiva, construyendo una visión que contemple la sostenibilidad y la competitividad de las próximas décadas.

Juan Carlos Ostolaza Cortés

Director General del Centro de Competitividad de México (CCMX)

Instagram y X: @JCostolaza 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *