En México, la violencia contra las mujeres sigue siendo una realidad dolorosa que, en muchas ocasiones, se manifiesta de formas silenciosas o normalizadas. No siempre deja marcas visibles: puede estar en palabras, actitudes o decisiones que parecen cotidianas, pero que lastiman y limitan.
De acuerdo con el Índice de Concientización sobre Violencia de Género 2025, elaborado por Fundación Instituto Natura y Avon, en México persiste una percepción limitada de lo que realmente es la violencia, ya que se suele reconocer solo la física y la sexual, pero se ven o no se nombran otras formas que afectan la vida de las mujeres todos los días.
En ese sentido y con el compromiso de informar a la población, impulsan la campaña
“Llámala por su nombre”, una invitación a reconocer y visibilizar todas las manifestaciones
de violencia.
Desde este enfoque, señalan 5 formas de violencia que es clave reconocer y nombrar:
Exigirle a una mujer que deje su trabajo para cuidar la casa también es violencia
Limitar la independencia económica o profesional de una mujer vulnera su derecho a decidir
sobre su vida. Esta forma de agresión, conocida como violencia patrimonial, puede provocar
dependencia y dificultar su desarrollo personal. Según el Índice de Concientización 2025,
más del 40% de las mujeres mexicanas ha enfrentado restricciones económicas relacionadas
con su trabajo o sus estudios. Controlar los gastos, negar dinero o excluir a la mujer de
decisiones económicas también son expresiones de esta violencia.
Decir “solo fue un empujón” o “no fue para tanto” es justificar la agresión
Ninguna forma de agresión física o emocional es aceptable. La violencia no comienza con un
golpe, sino con la normalización del control. Cuando las mujeres logran reconocer lo que
viven como violencia, el nivel de identificación del problema aumenta del 54% al 86%.2
Herramientas como el Violentómetro ayudan a reconocer cuándo una conducta ya es
violenta. Detectar las señales a tiempo puede salvar vidas: en México, cada día dos mujeres
son asesinadas, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad
Pública (2025).
Juzgar a una mujer por su forma de vestir o por cómo se comporta no es opinión, es violencia simbólica
Los comentarios sobre la ropa, el cuerpo o la manera de ser de una mujer refuerzan
estereotipos que limitan su libertad. La violencia simbólica actúa de manera silenciosa, pero
profunda, pues reproduce desigualdades y afecta la autoestima. Recordemos: nadie tiene
derecho a opinar o decidir sobre la apariencia o la conducta de otra persona.
La idea de “cuidar” no puede convertirse en un permiso para controlar.
Cuando a una mujer se le prohíbe viajar sola, decidir con quién convivir o tomar decisiones
sobre su propia vida, no se le está protegiendo, se le está quitando autonomía. Según el
Índice de Concientización sobre Violencia de Género 2025, el 67% de las mujeres ha visto
sus opiniones ignoradas o minimizadas, una señal clara de cómo la violencia psicológica
suele disfrazarse de preocupación. Este tipo de violencia afecta la autoestima, genera
dependencia emocional y hace que muchas mujeres duden de sí mismas. Sí, es violencia
psicológica, cualquier acto u omisión que dañe la estabilidad emocional o mental. Puede ir
desde la negligencia o la indiferencia hasta amenazas o abandono, llevando con el tiempo al
miedo, depresión o aislamiento. Nombrarla es el primer paso para detenerla.
Decidir por ella sobre su salud sexual o su maternidad no es cuidado, es imposición
Toda persona tiene derecho a decidir sobre su cuerpo y su vida reproductiva. Impedir o
presionar a una mujer en estas decisiones es violencia sexual, una de las formas más
invisibilizadas pero más profundas. En México, este derecho está protegido por un marco
legal sólido, como la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (Ley
2.0) y tratados internacionales como la CEDAW6. Sin embargo, el 30% de la población aún
desconoce las leyes que protegen a las mujeres, y casi la mitad no sabe cómo apoyar a una
víctima.
